Bach my friend

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Bach fue el mejor organista de todos los tiempos. No sólo poseía unos dedos hábiles y ligeros, sino que también manejaba los pedales con maestría. La gente viajaba desde muy lejos para escuchar a Bach, el de los pies ligeros.

Johann Sebastián Bach, nació en Eisenach (Turingia), actualmente Alemania, el 21 de marzo de 1685. Fue el hijo más pequeño de hijo de Elizabeth Lämmerhirt, y Johann Ambrosius, trompetista de la corte de Eisenach y director de la música de dicha ciudad quienes educaron a su hijo como a cualquier niño de pueblo, pero siempre rodeado de música.

Su familia era depositaria de una vasta tradición musical y había dado a lo largo de varias generaciones un buen plantel de compositores e intérpretes. Durante 200 años, los antepasados de Bach ocuparon múltiples cargos municipales y cortesanos como organistas, violinistas cantores y profesores, aunque ninguno de ellos llegaría a alcanzar un especial renombre. Sin embargo, su apellido era en Turingia sinónimo de arte musical; hablar de los Bach era hablar de música.

Bach siguió la tradición familiar. Su padre, Johann Ambrosius, comprendió rápidamente que tenía un niño especialmente dotado y dedicó mucho tiempo a su enseñanza, aunque poco tiempo después Johann Sebastian quedó a cargo de su hermano al fallecer sus padres.

Con su hermano, Johann Christoph, se familiarizó rápidamente con los instrumentos de teclado, el órgano y el clave.

El niño era aplicado, serio e introvertido. Además de la música, sentía una viva inclinación por la lengua latina, cuya estructura rígida y lógica cuadraba perfectamente con su carácter, y por la teología. Estas materias, tamizadas por una intensa educación luterana, acabarían por modelar completamente su personalidad y convertirse en los sólidos fundamentos de su existencia y de su fuerza creadora.

En marzo de 1700 ingresó en el coro de la Ritterakademie; en 1703 fue admitido como violinista del duque de Weimar y en octubre de 1707 se casó con su prima Maria Barbara.

También fue  organista y músico de cámara de la capilla palatina del duque regente Wilhelm Ernst; violín solista de la orquesta, vicemaestro de capilla del conjunto orquestal de palacio y Kapellmeister  del príncipe Leopoldo de Anhalt-Köthen.

No solo sabía tocar instrumentos, sino que de hecho sabía afinarlos, construirlos y hasta inventarlos. Así, entre sus máximas aportaciones está la de haber contribuido a la evolución del teclado, incluyendo por primera vez, en la digitación, el uso de los dedos pulgares.

Se dice que con frecuencia llamaban a Bach para probar un órgano nuevo. Y, cuando esto sucedía, le rodeaba un selecto y respetuoso auditorio que le miraba con suma atención. Luego, Bach subía al escenario, se sentaba, abría las manos, las miraba, veía el teclado, y manos a la obra. Si le gustaba el instrumento, regalaba a sus oyentes con alguna de sus obras o se daba el lujo de componer algunas ""fugas"", formas de expresión musical que él llevó hasta su máxima expresión.

La obra incomparable de Bach pasó a la posteridad gracias al interés que a ella dedicaron sus hijos y un limitado grupo de discípulos a principios del siglo XIX por la biografía de Forkel y, particularmente, la labor de Mendelssohn, quien dirigió la primera interpretación completa de La pasión según San Mateo en 1829, cien años después de su composición.

Fue también un maestro en la improvisación. Podía tomar casi cualquier tema y construir nueva música a partir de éste, al instante. Además, fue uno de los más prolíficos compositores. Cualquiera necesitaría varias décadas para copiar toda la música escrita por él en todos los géneros excepto en uno, la ópera.

Escribió unas 215 cantatas, un tipo de obra para solistas, coros y orquestas. Su música está llena de contrapunto, una técnica que hunde sus raíces en la polifonía. Perfeccionó el arte de la fuga, en las que hizo melodías muy complejas que, aunque comienzan en instantes diferentes conforman un conjunto que suena en perfecta armonia. Así trabajaba el cerebro de Juan Sebastian Bach.

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